El yuan chino continúa enfrentándose a presiones de depreciación frente al USD en un entorno de fortaleza generalizada del mismo. El USDCNY se ha apreciado un 2% desde inicios de año, una variación significativa, tratándose de un tipo de cambio muy manejado. El CNY funciona en un sistema de flotación sucia, con una banda del +/-2% en torno a un fixing fijado diariamente frente al USD. El Banco Central de China (PBoC) es poco transparente respecto a su política de fixing pero existe evidencia de que está “compensando” las presiones bajistas del mercado para suavizar la caída de la divisa.
La situación actual es bastante similar a la de 2015, cuando el PBoC devaluó el valor del CNY frente al USD en varias ocasiones. El tipo de cambio spot cotizaba cerca de la banda superior del fixing, en un entorno de repreciación alcista de los tipos de interés de EE.UU. En aquel momento, el crecimiento de la economía china también estaba fuertemente orientado hacia la demanda externa, por lo que un incremento de competitividad por la vía cambiaria resultaba conveniente como política de estímulo económico. Un agravante adicional es la creciente hostilidad proteccionista de grandes potencias como EE.UU. y Europa, que se intensifica en el ámbito de elecciones presidenciales en EE.UU. En resumen, los siguientes factores invitan a pensar que las autoridades chinas tendrían incentivos para implementar modificaciones al régimen cambiario actual:
- Economía débil, con problemas en el sector inmobiliario (de mayor gravedad ahora que en 2015);
- Presiones deflacionistas, más intensas en la actualidad (la importación de inflación sería beneficiosa);
- Modelo orientado “hacia afuera”, con las exportaciones como principal motor de crecimiento. La necesidad de mantener un yuan débil es incluso mayor que en al año 2015. En ese entonces, no se había desatado una guerra comercial clara (Trump llegó al poder en 2016 y comenzó a implementar aranceles contra China a partir de 2018).
- Fortaleza del yuan en términos efectivos, dada la apreciación generalizada del USD (si una potencial devaluación debilitase a las divisas de otros socios comerciales frente al USD, sobre todo las asiáticas, la efectividad de la devaluación sería limitada).
- Acumulación excesiva de materias primas con un “yuan fuerte”. China está acumulando reservas no sólo de cobre, sino de todo tipo de materias primas (mineral de hierro, petróleo, etc). Este acervo generalizado podría tratarse de una estrategia pre-devaluatoria.
En este contexto, no obstante, existen argumentos en contra de una alteración brusca en el régimen cambiario:
- Inestabilidad financiera. Las sucesivas devaluaciones en 2015 generaron una pérdida de confianza inversora y aceleraron la salida de flujos de capitales. El éxodo actual de capitales está siendo similar, tanto en los flujos de cartera como en la IED (falta de confianza estructural en la economía);
- Potenciales represalias generalizadas hacia China. El dumping chino, sobre todo en el sector de coches eléctricos, ha disparado la toma de medidas por parte de EE. UU. y Europa. Esta última ha adoptado una posición más agresiva.
- El objetivo de internacionalización del yuan que se ha propuesto Xi -con algo de éxito, de momento, en la esfera comercial- va en contra de tener una divisa débil.
En definitiva, a China le vendría bien una divisa más barata para seguir impulsando el sector exportador en un entorno comercial hostil y de pobre crecimiento interno. En esta línea, revisamos nuestras previsiones para el par USDCNY, contemplando una gradual depreciación hasta niveles de 7,30 para el cierre de 2024.
